#TBT28: Forastero

Forastero, bicho raro, así me hacían sentir en un entorno en el que todo viene por predeterminación. Ser deportivista fuera de Galicia puede hacerse duro, en Europa se puede llevar con morriña, pero cuando llegas a América puede llegar a ser el blanco de burlas de lo que me parece ser el peor ejemplo de la hegemonía duopolista del Madrid y el Barça.

No voy a engañaros, yo no nací siendo del Dépor. A pesar de que mi familia es gallega en su totalidad, comenzó mi tío vistiéndome del Barça. Mi abuela siempre me hacía bullying con esa foto, por lo cual acabé quemándola. Mi abuela consiguió otra y ya quedó la coñita para siempre. Después me vistieron tímidamente del Dépor y por otro lado tenía padrinos madridistas. Vamos, un auténtico desastre.

Luego, cuando me mudé a A Coruña, entré en una etapa de negación absouta al fútbol. Viví allí entre 2003 y 2005, esos grandes años del EuroDépor, cuando el Madrid de los galácticos no veía luz en Riazor, nos visitaba el Barça de Ronaldinho y los derbis se vivían con gran pasión. ¡Cuántas noches de magia se vivieron en Riazor! Quién nos diera poder revivirlas. Bueno, revivirlas… Yo no tenía consciencia sobre todo lo que estaba ocurriendo en ese entonces y siempre rechacé las invitaciones de mi padre para ir a Riazor. Hasta entonces no me he perdonado ser tan tonto y no haber ido nunca a Riazor en aquel entonces.

Al volver a Venezuela, de manera totalmente natural, me empezó a gustar el fútbol. Así, porque sí. Me enganché a un Dépor-Real Sociedad en 2006, me acuerdo que ganamos 2-0. Un día bajé a casa de mi abuela y conseguí cositas de ese escudo del equipo blanquiazul que vi hace unos días. Comencé a buscar más y más, y mi abuela no dejó escapar esa oportunidad al verme curioso perdido por aprender más por el equipo de a nosa terra.

Empezamos a quedar cada domingo a ver si jugaban Dépor, Celta, Barça o Madrid, que eran los equipos que más despertaban interés en mi familia. Mi abuela siempre apoyó al Dépor, y, de forma muy pero muy minoritaria al Madrid. Y, prepararos para la bomba: al Celta. Sí, así como lo leéis. ¿Por qué? Porque no le gustaba ver a ningún equipo gallego mal (pobre, pensaba que en Vigo no son portugueses). Corría la temporada 2006/07. El Celta se fue al pozo y mi abuela y yo nos vinimos abajo.

Como en Venezuela no se podía ver la segunda división en la tele nos terminamos olvidando poco a poco del Celta (como los propios celtistas, dejando Balaídos más y más vacío con el paso de los años). Entonces, nos quedaba el Dépor. Y, vino la temporada en la que pude sentirme por fin identificado con un equipo. En la 2007/08, cuando pasamos de estar en el pozo para meternos en la Intertoto (con un poquito de suerte). En verano de 2008 el Dépor hizo una gira de partidos por Venezuela, con parada en Caracas incluida. Obviamente no me lo iba a perder y fui con mi abuela y mi tía a ver un fantástico Dépor-Marítimo de Funchal en el majestuoso Estadio Olímpico de Caracas. Ese fue mi antes y después. Fue ese 3 de agosto de 2008 en el que sabía que no había vuelta atrás. Había conseguido a mi equipo, a mis ídolos. Se me caía la baba por Aranzubía, Filipe, Guardado y Don Juan Carlos Valerón. Fue allí donde pedí mi primera camiseta del Dépor y comenzó toda mi «historia» como deportivista.

Comenzaba a llevar mi camiseta a todos lados, ante las miradas extrañadas de la gente, acostumbradas a ver blanco y blaugrana. Y, años más tarde, nos fuimos a segunda. Eché mis primeras lágrimas por el fútbol. Era una sensación totalmente extraña. Me preguntaba cómo podría ver a mi equipo sin que lo echasen por la tele. Y, cuando en mi país fui el blanco de los chistecitos rancios de merengues y culés, fue cuando me convertí en más deportivista. “Cámbiate de equipo” “¿por qué le vas a un equipo que siempre pierde?” y demás frases que me hacían hervir la sangre. Me tragué dos descensos, dos temporadas a través de ordenador con el internet más lento del mundo y, aquí sigo. Deseando que llegue ya el domingo para volver a ver al amor de mis amores en la peña Centenariazo, aunque triste y lamentablemente se tenga que madrugar. Sí, a ese equipo que “siempre pierde” pero que lo seguimos queriendo con todo. Como dice la diosa Lady Gaga: “I’ve got a hundred million reasons to walk away, but, baby, I just need one good one to stay.”

¡Forza Dépor!